Pintar en compañía
En la actualidad el trabajo del pintor se realiza en solitario. Pintes en tu estudio o en la calle, transcurre en una cierta intimidad. Y todo el desarrollo que el trabajo genera se convierte en decisiones propias, en soledad. El tema, el tamaño del lienzo, la hora del propio tema, cuando empiezas y cuando acabas, todo pertenece al pintor.
Esa individualidad es un territorio conquistado en su totalidad por los impresionistas, aunque a mi modo de ver Veermer ya marcó el camino. Pintó su intimidad, saco el caballete a la puerta de su casa y pinto su pueblo, todo lo que hicieron los impresionistas pero siglos antes.
Quizá porque el resto del año mi vida transcurre en un anonimato íntimo, valoro tanto cuando tengo la oportunidad de compartir estos momentos con otros pintores. Y eso es lo que ocurrió este agosto.
En el verano de 2003 conocí a Alfonso Luque en los Cursos de Verano de El Escorial que impartía Antonio López, y diez años después de conocer a Alfonso decidimos junto a Carmen Chofre y Rafael Caballero, también compañeros de talleres, pasar unos días pintando juntos, acompañados, en grupo.
Pintar en compañía es sin duda aire fresco para seguir después trabajando en solitario.