La Inspiración
Existe la leyenda que el pintor vive y muere desgraciado; pero eso sí, con una gran habilidad para enriquecer a los yernos y nueras de sus descendientes. Nada más lejos de la realidad. Ya me gustaría a mi vivir en la pobreza de Picasso o Antoni Tapies, que compró en vida todos los terrenos que rodeaban su casa del Montseny para no tener vecinos.
Pero algo no he debido de entender bien de la táctica de estos maestros; pues este año pasado, un servidor ha tenido que ir en busca de sustento para la inspiración.
Gracias a tener un padre habilidoso y en parte por la ilusión de volver a llevar un bocata envuelto en Albal, probé fortuna haciendo algunos remiendos.
Cual ha sido mi sorpresa que en cada visita a casas extrañas encontraba nuevas musas.
Supongo, que lo último que esperaba la señora de la casa, al saber que el hijo del operario le gustaban los pinceles, era que le pidiera prestado aquellos aperos de cocina de polipropileno ya descoloridos y desgastados por el estropajo. He de decir que me los dieron con gusto, no sin disimular una mueca de extrañeza y condescendencia con los caprichos del artista.
Y así he ido recogiendo y recopilando pequeños utensilios con su propia vida, con historias de otras personas. Y esperan pacientes a que me decida a sacar los pinceles.
Algunos dirán que fui en buscan de dinero, pero lo único que hice fue seguir un consejo, que la inspiración te encuentre trabajando ¿o no se hacía así?